En mi desierto de preguntas,
busco tu voz con las respuestas,
el viento sopla, el sol quema,
pero más me lastima la soledad;
vuelvete ahora en viento solano,
arrastra todo a mi alrededor,
que no queden palabras sin pronunciar,
que no quede agua sin beber,
que no queden lagrimas sin llorar.
Tú eres quien guarda de mi,
de quien aprendo las verdades.
Muriendo estaba mi alma,
pero Tú decidiste darme vida,
y una respuesta al final del camino...
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