Tú eres el silencio que a mi alma consuela,
el que pinta la risa en mis labios,
el que conmueve mi corazón con una canción,
el que me abraza el alma adolorida.
Tú eres la maravillosa huella que he de seguir,
que me conduce hacia manantiales de vida,
que me sacia hasta la eternidad,
que me colma de favores inmerecidos,
que me deja con las manos llenas,
con el corazón rebosante y la mirada alegre,
Tú el único, el verdadero, amado Jesús, sólo Tú...
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